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Cyberateos

LA JAURÍA SODALITÉ

Los chuchos de Figari

Autor: Pedro Salinas
 
http://peru21.pe/impresa/noticia/chuchos-figari/2011-01-02/293604
 

Chilla histérica. Clamores exaltados. Griterío a coro. Y una avalancha de insultos. Más o menos así fue el saldo de la columnita que estampé aquí, la semana pasada, en esta misma página, y que estuvo dedicada a mi antiguo padawan de modales mussolinianos y garganta atiplada, Luis Fernando Figari, en la que recordaba sus querencias fascistas y, de paso, celebraba su renuncia como superior general del Sodalitium. O, si prefieren, Sodalicio.

“Cobarde”. “Malo”. “Bilioso”. “Cállate”. “Felón”. “Diabólico”. “Traidor”. Y, para no hacerla larga, me dijeron hasta “sarmentador”, que, según la que me clavó el epíteto, es algo así como “torturador de cristianos”. Y otro, llamado Alberto Plenge, con tono melodramático y descorazonador, en plan Verónica Castro, me recriminaba: “Qué patético espectáculo has dado (…) has quedado como un desleal”. Pues eso.

Y, bueno. Qué quieren que les diga. El estilo punitivo, intolerante, y de vituperio, me hizo evocar mi última conversación con el propio Luis Fernando, cuando decidí abandonar su tribu. “Estás traicionando al Plan de Dios. Y a tus hermanos sodálites. Te vas a condenar en la hoguera eterna. Y escúchame bien: hagas lo que hagas, serás infeliz. No esperes mi bendición”. En realidad, lo de “conversación” fue un exceso de mi parte, porque, vamos, fue un monólogo de cuarenta y pico minutos, que no soportaba interrupciones y que versó sobre esa única idea. Que yo no tenía libre albedrío y mi única opción en la vida era la de ser sodálite. Y así.

Y en contra de lo que puedan pensar los cibernéticos jinetes del Apocalipsis y sus lenguas escamadas (quienes, qué curioso, tenían la peculiaridad de desmarcarse de todo vínculo con el Sodalicio antes de lanzar la piedra), la de largarme de ahí, despercudirme de su estrambótico pensamiento-guía y de sus adefesieros cultos a la personalidad de Figari, ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. De modo que van a permitirme que, aunque adhiero a lo escrito por Voltaire (“no estoy de acuerdo con lo que dices, pero lucharé hasta la muerte para que nadie te impida decirlo”), les sugiero a los chuchos figaristas, y a todos los ladradores que vinculan el Credo al fanatismo cerril, que, en lo posible, acompañen sus adjetivos de alguna suerte de refutación. De una siquiera. Dicho de otro modo: esfuércense por pensar un poquito. Un poquito nomás. Porque denostar es fácil, tanto como aferrarse a un dogma. Así descubrirán que cuestionar las cosas, que preguntarse “¿por qué?”, libera de supersticiones y de aquellas verdades de a puño que son impuestas por gurús mofletudos, que se esconden detrás de barbas proféticas, y no practican lo que predican.

De lo contrario, voy a colegir como Hernán –uno de los pocos lectores que intentó echar agua en la pira inquisitorial– que, es “una pena que gente joven ya tenga respondidas todas las preguntas de la vida, sin haberla vivido, sin haber dudado. Creen ser bendecidos, pero son desafortunados zombis que saben mucha doctrina y poco de Cristo”.

Encima, les cuento, algunos han amenazado con no leerme nunca más, “porque contra la religión no se escribe”. Pues, la verdad, si me preguntan, a mí tampoco me interesa ese tipo de lectores, digo.

Es cierto que, en otra época, por menos me habrían incinerado los del Santo Oficio y los monjes dominicos de Torquemada, conocidos también como “los perros de dios”. Como, de hecho, al pobre Goya le hicieron sudar frío por dibujar una calata. Pero las fogatas inquisidoras, mis queridos demonizadores, ya se apagaron, y toda su parafernalia de sambenitos y sombreros cónicos y cruces verdes ya no se usan ni en las fiestas de Halloween.

Aclarado el tema, déjenme decirles que no tengo nada en contra de aquellos que precisan creer, o fingir que creen, que por ahí no iba el comentario del domingo pasado. Faltaría más. Y a ver si no confundimos las cosas. Apenas era una manera de decir que, si alguna vez, en tiempos pretéritos, hace ya muchos años, yo fui un intransigente facho empaquetado, de esos con indigencia intelectual, como tonto de campanario, fue, simplemente, porque tuve un maestro ejemplar. Nada más. Ni nada menos. Feliz 2011.

1 comentario

MAGDALENA -

Mi comentario debió darse en el momento oportuno estimado Pedro, ahora solo me queda aplaudir su valentía, de la que nos libramos por Dios!