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LOS CEREBROS DE CREYENTES Y DE ATEOS SON DIFERENTES

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http://noticias.latam.msn.com/articulo.aspx?cp-documentid=18635994

Científicos hallan diferencias entre los cerebros de los religiosos y los no creyentes

Lo revelan dos estudios realizados en la Universidad de Toronto. La fe en un ser superior ayudaría a reducir el estrés ante los errores propios y ante lo desconocido.

Dos estudios elaborados por investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, señalan la existencia de diferencias entre los cerebros de las personas religiosas, y aquellas no creyentes.

Según los resultados de la investigación dirigida por el profesor de psicología Michael Inzlicht, la fe en Dios ayuda a reducir el estrés provocado ante errores propios y ante lo desconocido.

"Lo que hemos descubierto es que la gente religiosa, e incluso las personas que simplemente creen en la existencia de Dios, muestran menos actividad en el cerebro en relación con sus propios errores. Estos individuos sienten mucha menos ansiedad y se sienten menos estresados cuando cometen un error", señaló Inzlicht.

Sin embargo, el investigador destacó que esta situación es un "arma de doble filo", dado que "si no experimentamos la ansiedad cuando cometemos un error, ¿qué impulso tenemos para cambiar o mejorar nuestro comportamiento y no repetir los mismos fallos una y otra vez?".

En ambos estudios participaron personas de distintas religiones y etnias, y no creyentes. Todos se sometieron a la tarea Stroop, una prueba de control cognitivo.

Periodismo.com

 

¿Y tu, qué opinas?

Yo siempre he sospechado que hay una incompatibilidad entre inteligencia, religión y honestidad. Las tres juntas se dan de patadas.

Es posible ser inteligente y honesto, pero no puede ser religioso.

Es posible ser religioso y honesto, pero no puede ser inteligente.

Es posible ser religioso e inteligente, pero no puede ser honesto.

Máximo Kinast

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3 comentarios

Alberto Torres -

Pues estoy también de acuerdo en todo salvo en lo del próximo eslabón evolutivo del homínido. Efectivamente no pienso que la honestidad y la inteligencia sean incompatibles con la creencia en Dios, pero pienso que sí es posible que el siguiente estadio evolutivo del ser humano sea la no necesidad de sentirse protegidos por dioses y entes sobrenaturales. Para concluir eso me baso en que el ateísmo no hace más que crecer. Los países y generaciones son cada vez más ateos. La proporción de ateos no hace más que aumentar y si eso es así, deduzco que el ateísmo es el siguiente estadio evolutivo, porque no se puede involucionar. Todo lo que en una especie se da ahora más que en el pasado es rasgo de evolución, porque la evolución sólo tiene una dirección: hacia adelante.

Máximo Kinast -

Muchas gracias, Francisco Javier por tu ameno y grato 'tirón de orejas'.
Estoy plenamente de acuerdo contigo. La dicotomía que propongo es sólo 'un chiste'. Con un pelín de mala leche, para tocarle eso mismo a los santurrones que se atreven a merodear por este blog y que no suelen tener el mínimo de neuronas necesario para debatir con algo de lógica o de sentido común.
Por supuesto que no creo en mi afirmación de incompatibilidad entre inteligencia, honradez y creencia religiosa... pero queda bonito y hasta divertido.
Muy ateamente
Máximo

Francisco Javier Lagunes Gaitán -

Hola Max

Muchas gracias por tu ingenioso y divertido aforismo.

Aunque ya fuera de simplificaciones de afán más o menos literario, de verdad espero que declararnos ateos, agnósticos o no-creyentes sirva para algo más que para sentirnos superiores a los demás gratuitamente.

¿No es acaso eso mismo para lo que la religión les sirve a los santurrones que sólo por creer en determinados dogmas y doctrinas se autoproclaman, salvos, perfectos, pueblo elegido, representantes terrenales del bien supremo espiritual, portadores de ínfulas de jueces inapelables de todos los demás, poseedores exclusivos de las 'llaves del reino' y cosas por el estilo?

La inteligencia es un fenómeno complejo y multivariado. De hecho, hay múltiples inteligencias según los principales investigadores del asunto. El caso es que una determinada posición sobre una cuestión dada, por ejemplo, sobre la 'existencia de Dios', no garantiza nada. Se puede ser ateo por buenas y por malas razones, lo mismo creyente. El pensamiento crítico es una habilidad que se conquista penosamente cada día (y se pierde en cualquier pequeño descuido) y que no nos caerá del cielo solamente por sumarnos a determinada posición en un debate.

Una vez escuché una frase ingeniosa como tu aforismo que dice que "el 90% del IQ (coeficiente intelectual) está en la actitud. ¿Cuánto IQ, de esta clase, se refleja al aceptar acríticamente las definiciones más medievales de 'Dios' y demostrar que no resisten la prueba de la constrastación empírica? ¿Pero es que se necesita tanta inteligencia para autoproclamarse sin pruebas como superiores al resto del género humano y como el próximo eslabón evolutivo de los homínidos, solamente por declarar que 'Dios no existe'?

Tal vez tú sólo conozcas a creyentes gregarios, pero por cada 100 mil de esos hay quizás un creyente crítico y honesto que encuentra formas de conciliar sus ideas sobre lo profano y lo sagrado, aunque muchas veces no coincidan con los dogmas declarados obligatorios en su tradición de fe. Por ejemplo, cada vez encuentro más creyentes pensantes que dudan sobre, o de plano niegan, la 'existencia de Dios' (pues la simple categoría de 'existencia' es una propiedad de los objetos, y ellos se oponen a objetivizar y cosificar a Dios).

Yo considero que nuestros hechos son más elocuentes que nuestras creencias (o increencias) proclamadas. Dejemos que nuestras vidas prediquen más que nuestras declaraciones inmodestas y autocomplacientes. Hay ateos y creyentes que son, por hablar metafóricamente, bendición para el mundo y para sus vecinos. Y hay ateos y creyentes que son nefastos: pésimos padres o parejas, empresarios depredadores, políticos corruptos y manipuladores, o criminales antisociales peligrosos.

No veo evidencia suficiente en el mundo para apoyar la dicotomía (entre creyentes y no creyentes) que nos propones como categoría definitiva de clasificación de las personas.

Saludos fraternos,


Francisco Javier