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Cyberateos

LA MALDAD INTRÍNSICA DE LOS CRISTIANOS

Por Lukas Gómez

En general, los cristianos. En particular, los católicos. Hay mucho de maldad en creer en religiones mezquinas, con dioses que se enfadan con frecuencia, que amenazan con castigos horrendos a quien no les ame.  Dioses celosos de la adoración que reciben ídolos... Hay bastante de maldad y un poco de estupidez.

Me intentaré explicar. Si alguien me dice que cree en la existencia real de dios (debería aportar pruebas, pero no importa) es imposible discutir, no digo rebatir, ni siquiera es posible discutir contra una creencia. Esto mismo podría decirse de un ateo y lo acepto. Digo que no creo en la existencia de uno o varios dioses. En esta afirmación me pongo en el mismo plano que un creyente. Uno cree que existe y el otro cree que no existe. No hay discusión posible. Ninguno aporta pruebas serias de su afirmación. (Aunque la prueba le corresponde al que afirma la existencia). No hay pruebas. Hay razonamientos, pero los creyentes no aceptan razonar. Las creencias son viscerales. Son sentimientos y no admiten críticas.

Otra cosa es profesar una religión. Aquí la creencia íntima se transforma en una manera de vivir, en una política que se intenta imponer a los demás, y de ser posible con los costos a cargo de todos, incluidos en el pago los que no aceptan sus ritos, liturgias y dogmas. Y es en este punto de distribución abusiva de los costos donde empieza la maldad de los creyentes.

Según ellos hay dos formas de profesar una Fé; dos formas de creer. Una es por atrición y la otra por contrición. La primera se basa en el miedo al castigo divino. La segunda se basa en el amor por el dios. La segunda es mentira. Ningún creyente (con algunas excepciones, como pudo haber sido Francisco de Asis) se arrepiente de pecar por contrición. Y si de verdad se trata de un creyente no lo puede negar, porque incurre en el pecado de mentira y de soberbia. Hay casos de histerismo, con rabioso amor a dios, pero son pocos y -a mi juicio- es gente que está mal de la cabeza, como el caso de varias Santas de la Iglesia Católica bastante conocidos.

Lo normal es que los católicos vivan asustados por el Infierno que les espera y al que pueden caer si mueren de repente. Su religion está basada en la ética de los mercachifles. Un católico puede secuestrar, desaparecer personas, torturar, asesinar, profanar los cadáveres, mentir a los familiares y estar seguro de ir al Cielo con sólo confesar sus pecados y mostrar arrepentimiento. ¡Y aquí viene lo genial del negocio religioso! El arrepentimiento por atrición vale igual. Lo importante para el negocio de la Iglesia es que el pecador se confiese, le cuente todo lo que ha hecho... y les deje algo en la herencia.

Porque todo es negocio. Las indulgencias, los divorcios, los matrimonios, todos los sacramentos, desde el nacimiento hasta la muerte es negocio. Se paga a la Iglesia y el cielo está asegurado. Dicen que la Iglesia no cobra, pero los divorcios ràpidos son sólo a nivel de Princesas que se casan con millonarios.

Todo es hipocresía en la Religión Católica. Se va a misa los domingos para lucir el último vestido a la moda. Los chicos van para mirar a las chicas y tratar de ligar con alguien de su nivel. GCU, por supuesto. Llevan la cuenta de quien no se confiesa, quien comulga, quien no... cada Parroquia es un Peyton Place y muchas veces con un cura pederasta. Los grupos de oración son centros disimulados de ligue para tímidos. Mini centros de Poder en el que la persona que lo controla no duda en hablar en nombre de la Virgen, o de los Santos o del propio Dios, habitualmente amenazando con las penas del infierno al discípulo que se desmande o no siga la palabra divina. Palabra que sale de los labios del seglar que dirige el grupo.

La principal Prelatura de la Iglesia, el Opus Dei capta a sus socios o miembros con la esperanza de que llegarán a ser Santos y parte de la premisa de que si son ricos es porque Dios los ama y se los permite. Dios les ayuda en sus negocios y trapacerías. No se les ocurre pensar (Francisco de Asis lo habría hecho) de que la ambición de ser Santos es un horrendo pecado de soberbia.

Si Cristo realmente existió y por un milagro pudiera verlos me imagino que los llamaría "sepulcros blanqueados".

Son tan malvados que se infiltran en grupos ateos, con palabras dulces y cuando son desenmascarados insultan, amenazan, se hacen los ofendidos y sale todo su odio como bilis. Sus comentarios los delatan. Sus obras los muestran como mercachifles que intentan negociar una parcela en un Cielo imaginario.

Y no entienden que la mayor promesa de su religion es una oferta de la mayor tortura a que podria ser sometido un ser humano. Afortunadamente tengo la certeza íntima de que nos hay dios ni dioses. Sería terrible que me premiara con la Eternidad a su lado. ¿Puede haber algo peor que existir eternamente?

Imagina por un instante una bandada de cisnes que vuelan alrededor de la galaxia y cada millon de año pasan junto a un cubo de platino e iridio de un kilómetro por arista, al que rosan suavemente con sus alas. ¿Cuántos eones son necesarios para gastar un poco ese cubo? ¿Cuantos eones son necesarios para hacerlo desaparecer por el roce de las alas?  Pues cuando se ha gastado y ha pasado todo ese tiempo, no significa nada en la Eternidad, ni un milisegundo. ¿La Eternidad junto a Dios? ¿Cuánto tardarías en hacerle la guerra? ¿Cuánto tiempo necesitarías para creerte superior? ¿Serías capaz de estarte tranquilito sólo adorándolo? ¡Y esa es la mejor oferta que te hacen a cambio de servir a la Iglesia como imbécil! ¿Sabes cuál es la peor? Pues es esa misma Eternidad en el Infierno. ¿No tienes la impresión de que todo esto es un cuento chino? ¿No captas que son patrañas para sacarte tu dinero? ¡Allá tu con tu estulticia y tu maldad disfrazada! El que avisa no es traidor.

 

 

 

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