UN SALUDO ATEO DE NAVIDAD
De Máximo Kinast
En esta época, además del marketing y de comprar y comprar al ritmo de las campanitas, es bueno recordar al joven carpintero judío, bueno para las fiestas, bebedor de buen vino, amigo de prostitutas y publícanos, esenio, pero no celote, amigo de sus amigos y buena onda hasta con sus enemigos.
Mal político, ese muchacho, intentó hacer una revolución con buenas palabras y le hicieron un simulacro de juicio, medio teológico y medio militar, y sin ulterior derecho de apelación lo condenaron a la pena capital con agravio de torturas. Una bárbara costumbre romana, que se ha mantenido hasta nuestros días, lamentablemente.
Siempre me cayó bien, por ser revolucionario, por ser un idealista, por su enorme sentido social, por su generosidad y su desprendimiento. Regalaba hasta los mantos de sus amigos, pero primero entregaba el suyo.
Buena persona, pero sobre todo, un hombre inteligente. Tuvo la genial idea de dejar bien claras las cosas y hacer el mejor ‘rayado de cancha’* de la Historia de la Humanidad. No se limitó a dejar a los fariseos como sepulcros blanqueados, sino que dijo bien claro que los árboles se conocen por sus frutos y la gente por sus obras.
Todo lo demás es chuchoqueo**, liturgia o ganas de engatusar al personal para sacarle algún dinerito.
En estos días es bueno pensar en lo que ha hecho cada uno con su vida y que deja detrás, porque son las obras las que miden a las personas. Para los ateos: Vox Populi. Para los creyentes: Vox Dei.
Con cariño les deseo felices fiestas de fin de año.
Muy ateamente
Máximo
* ‘Rayado de cancha’, expresión chilena para designar las ‘reglas del juego’ o, por extensión, las normas de conducta.
** ‘Chuchoqueo’, expresión chilena (posiblemente de origen mapuche) que significa ‘enredo’ ‘confusión intencionada’ y que indica maniobras para engañar o ‘hueviar’ a alguien, con ánimo de divertirse a su costa.
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