AYER CONVERSE CON UN CREYENTE
Por Máximo Kinast
Un hombre muy curioso. Más astuto que inteligente, con una cultura amplia, aunque al parecer, superficial. Me dijo de entrada que "ustedes los racionales suelen hablar con los creyentes partiendo de prejucios". "Incluso, -añadió- buscan herir susceptibilidades, más que argumentar".
Le dije que era muy posible que él tuviese razón, pero que podíamos intentar un sencillo experimento absolutamente racional y casi totalmente objetivo. Le gustó la idea y me preguntó de que se trataba.
- Lo primero, le dije, es que me digas cual es tu libro sagrado. Si es una biblia, de cual Biblia estamos hablando. Yo aceptaré que es obra de Dios y la trataré con respeto. Luego jugaremos a contar palabras.
-¿Contar palabras, me preguntó?
- Si, le respondí. Contemos cuantas veces aparece en tu Biblia la expresión "Dios montó en colera".
-Bueno, me dijo, no es exactamente así. Hay que considerar que el arameo fue traducido al sanscrito y luego a otros idiomas y las palabras no significan lo que parecen significar.
- No le dije que así no valía, que eso era irnos al País de las maravillas, y yo estaba sin hongos alucinógenos, porque inmediatamente me habria hablado de los prejuicios de los ’racionales’. Así es que le pedí respetuosamente que me dijera que quiere decir la frase "Dios montó en cólera".
- Me explicó que no era exactamente enfadarse, sino más bien ’molestarse’, ehhhh ... este que ... Bueno, buscó palabras y creo que comprendió que cualquiera otra palabra que usara expresaba igualmente emociones y sentimientos humanos. Lo comprendió o lo sospechó.
- Para ayudarlo le dije, bueno, contemos otras expresiones. ¿Cuántas veces aparece la frase o la expresión "Dios se arrepintió"?
Su respuesta fue igual y rapidamente se batió en retirada al mundo mágico de la semantica bíblica, donde en cada lugar que dice DIGO se debe leer DIEGO y donde aparezca DIEGO, hay que leer DIGO.
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