Abuso Sexual En el Sodalitium
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Abuso Sexual En el Sodalitium
“Lamentamos lo ocurrido con Germán Doig. Ha sido una sorpresa que nos duele en el corazón”, dijo el vocero del Sodalitium y párroco de Camacho, Gonzalo Len. |
Hace poco menos de un mes, en diciembre, un anuncio estremeció a los feligreses de la comunidad católica Sodalitium del Perú que se habían reunido para una asamblea general de fin de año. La plana mayor de la orden informó que Germán Doig Klinge, considerado por la propia familia sodalicia como un “apóstol digno de canonización”, abusó sexualmente de, al menos, tres fieles entre los años 1980 y 1990. Doig, el ex Nº 2 de la orden, falleció en el 2001. Tenía 44 años. El sacerdote Gonzalo Len, vocero del Sodalitium, reveló a CARETAS que la primera denuncia fue presentada en el 2008 y posteriormente se conocieron otros dos casos. No especificó si se trató de menores de edad, pero sostuvo que una investigación interna que culminó el año pasado confirmó las atrocidades y provocó que se paralizara definitivamente el proceso de beatificación del llamado “vicario” del Sodalitium. El escándalo ha golpeado a la Iglesia Católica y sacudido a una de las organizaciones eclesiásticas más conservadoras del país.
Germán Doig Klinge nació en Lima en 1957 e ingresó al Sodalitium Christianae Vitae (‘Comunidad de Vida Cristiana’) cuando era apenas un adolescente, a los 16 años.
La primera orden cristiana masculina de laicos célibes había sido fundada en el Perú apenas dos años antes, en 1971, por el abogado limeño Luis Fernando Figari, que por entonces frisaba los 24 años.
Inicialmente el Sodalitium recibió solo a personas nacidas en el Perú, pero con el tiempo católicos de diversas nacionalidades se unieron a dicha comunidad pastoral.
Doig no tardaría en destacarse al interior de la orden hasta convertirse en la mano derecha de Figari. Ambos viajaban constantemente al Vaticano y eran recibidos por el propio Juan Pablo II. En 1997, el Papa aprobó el Sodalitium como Sociedad de Vida Apostólica y Doig fue nombrado coordinador general del movimiento.
Doig se encomendó a sí mismo la tarea de reclutar jóvenes, principalmente de colegios religiosos privados de Lima. Uno de sus feligreses recordó que “Doig se entregó con ardor a hacer presente el Evangelio entre los jóvenes”. Todo indica que también aprovechó esa oportunidad para captar a sus víctimas.
LA INVESTIGACIÓN
Gonzalo Len, vocero del Sodalitium, no quiso identificar a las víctimas de Doig, pero relató a CARETAS que “la primera denuncia llegó en el 2008, cuando la jerarquía del Sodalitium se encontraba recogiendo testimonios sobre las ‘virtudes heroicas’ (requisito previo para iniciar el proceso de beatificación) de Germán Doig”.
“Recibimos esa información y como corresponde hemos investigado y una vez que lo hicimos, salvaguardando a las personas que se acercaron como testigos, lo hemos comunicado internamente a nuestra familia espiritual”, sostuvo Len en las oficinas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Reconciliación, en Camacho, donde es párroco.
No pasó mucho tiempo para que otros dos casos se sumaran al primero, pero Len aclaró que “no eran menores de edad”. Una investigación interna terminó por confirmar, en diciembre pasado, tres casos verificados de abuso sexual, pero fuentes confiables del Sodalitium afirman que las víctimas podrían ser más debido a que Doig tuvo a su cargo la “guía espiritual” de numerosos adolescentes desde inicios de la década del ’80 hasta su muerte en el 2001.
Esta semana, el recientemente electo superior general del Sodalitium, Eduardo Regal, viajará al Vaticano con el expediente de Doig, que incluye las declaraciones juradas de las víctimas, para informar al papa Benedicto XVI sobre lo ocurrido.
Len dijo que el caso de Doig, al que califica como un tema de “inconducta sexual”, ha sido recientemente puesto en conocimiento de las comunidades sodálites de Chile, Colombia, Ecuador, Brasil, Italia y Estados Unidos. A todos la noticia les cayó como un baldazo de agua, aunque no precisamente bendita. Ocurre que los sodálites de todos esos países se encontraban reuniendo pruebas, pescando milagros, que abonaran en el proceso de beatificación de Doig. Incluso difundieron por toda Latinoamérica una estampa que conminaba a la familia sodálite a pedir su “glorificación celestial” (ver facsímil). Ahora el “apóstol bendito” se ha convertido en el propio Lucifer.
“MONJES SOLDADOS”
La sorpresiva renuncia de Figari a la jefatura del Sodalitium, en diciembre, justo cuando se confirmaron internamente las denuncias contra su ex mano derecha, alimentó las especulaciones en las redes sociales por tratarse de una agrupación controvertida.
En las dos primeras décadas de su existencia, de la mano de Figari y Doig, el Sodalitium se caracterizó por reclutar a jóvenes de familias adineradas, a quienes adoctrinan como ‘monjes soldados’, concepto acuñado por San Ignacio de Loyola.
Los jóvenes son internados durante un año en las casas que la comunidad tiene en Barranco y San Bartolo, donde son adoctrinados en la “mística” del Sodalitium.
Los periodistas Pedro Salinas y José Enrique Escardó han descrito ampliamente sobre las singulares pruebas físicas y psicológicas a los que eran sometidos los postulantes y que tenían como fin producir en ellos un desarraigo emocional para con sus familias y a la vez una devoción militante hacia el fundador del movimiento, Luis Fernando Figari.
“La cosa llegaba al extremo de exigir todo el tiempo la adhesión total al movimiento, y de darles tratamiento de iscariotes y cobardes a los que se cuestionaban, y en ese plan. Figari era un déspota”, escribió Salinas en el diario Perú.21 en diciembre último. “Porque al sodálite –que así me llamé durante una época– se le adiestraba hasta en los más mínimos detalles. A través de lecturas fascistas. De regímenes cuartelarios. O de ritos sectarios, que eran acompasados por marchas y canciones marciales, por no decir carlistas, o requetés. O hasta nazis”.
En marzo del 2003, el oftalmólogo arequipeño Héctor Guillén denunció que el Sodalitium había “captado y lavado el cerebro” de su hijo Franz, de 16 años, de tal forma que éste se rehusaba a mantener contacto con él y su madre (CARETAS 1765). El propio joven, mediante una misiva, desmintió al padre, pero la duda persistió.
Salinas y Escardó se han preguntado si Figari estuvo al tanto de los abusos de Doig, pero Len negó que “la jerarquía del Sodalitium” supiera con anterioridad de las atroces actividades de su ex vicario institucional. “En nuestra comunidad nosotros rechazamos toda conducta que no sea cristiana, radicalmente. Una conducta como esta es una excepción lamentable que ha sido una sorpresa para todos y que nos duele en el corazón. Esperamos que nunca más suceda”, se lamentó el vocero.
Pero no todos veían a Doig como un santo. “Germán era muy físico, tocaba mucho a la gente. Y creo que esa era su estrategia, ya que la línea que separaba ese afecto paternal de la posibilidad de un acercamiento sexual era delgadísima, en especial para chicos que, como yo, no pasábamos de los 17 años y no sabíamos mucho de la vida”, escribió el periodista José Enrique Escardó en su blog ‘El quinto pie del gato’.
Lo ocurrido con el Nº 2 del Sodalitium, sin embargo, parece no haber sido la excepción. En octubre del 2007, el laico consagrado Daniel Murguía Ward fue capturado por policías de la comisaría de Alfonso Ugarte cuando realizaba fotografías pornográficas a un menor de 11 años en un hostal del jirón Carabaya, en el centro de Lima.
El menor declaró a la Policía que Murguía lo captó en una calle de Miraflores, donde le ofreció regalarle figuritas de Pokemón a cambio de dejarse fotografíar desnudo. El muchacho aseguró también que el sodálite Murguía le había practicado sexo oral, lo que el Código Penal tipifica como delito de abuso sexual.
El Sodalitium emitió un comunicado en el que aseguró desconocer la inconducta de Murguía y anunció su inmediata separación de la orden eclesial. Murguía fue encarcelado, pero salió en libertad en mayo del 2009, tras haber pasado dos años en prisión. En enero del 2010 fue absuelto por la Tercera Sala Penal para Reos en Cárcel.
“Nosotros no investigamos a ninguna persona cuando no hay necesidad de hacerlo”, dijo Len. “Pero si recibimos alguna acusación, algún testimonio, vamos a ser los primeros en revisarlos. Si en nuestra comunidad hay algún caso que no tiene concordancia con la experiencia cristiana, lo enfrentaríamos, como con Germán Doig”, dijo.
Len reiteró que el de Doig es un caso aislado que “lamentamos profundamente”. El golpe ha sido tan fuerte que el sitio Web oficial que el Sodalitium abrió para promover la beatificación de Doig (www.germandoig.org) fue cerrado abruptamente. Y ha trascendido también que la tumba del ex vicario sodálite, un lugar que se había convertido en un santuario para la orden, será clausurada por un tiempo. (Patricia Caycho)
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